Friday, April 17, 2009
Me acuerdo de que una catequista una vez me dio para leer un libro ilustrado sobre una santa a la que, por algún motivo, encerraban en una celda durante meses y al final la degollaban. Me causó tanta impresión que pasé dos noches sin dormir. A la tercera noche, fui llorando al cuarto de mis padres y le mostré el libro a mi mamá. Le echó una mirada y dijo que era una barbaridad que me hubieran dado a leer algo así. No estaba furiosa; más bien parecía triste.