Me acuerdo de que de chica dormía siempre con la luz del baño prendida. Me acuerdo también de la noche en la que la apagué porque dejé de tener miedo.

Me acuerdo de una niñera que venía a cuidarme cuando yo era chica. Ella tenía 16 años y nuestro balcón daba justo al patio de su colegio. Me acuerdo de que yo miraba desde atrás de las rejas del balcón para ver si la veía.

Me acuerdo de mi primer cigarrillo. Lo sostuve tan fuerte entre los dedos que se partió en dos.

Me acuerdo de que en la secundaria iba a lo de mi amiga Gaby, que tenía Internet, y nos pasábamos toda la tarde chateando con adolescentes desconocidos. Una pregunta típica que los hombres hacían por chat era: "Del 1 al 10, ¿qué puntuación te darías?".

Me acuerdo del día en el que mi papá compró una computadora, cuando yo tenía trece años. La pusieron en mi cuarto por unas horas y yo me pasé toda la tarde mirando un videoclip de los Backstreet Boys.

Me acuerdo de que a los catorce años me obsesioné con un chico que me gustaba y un día entré a su casilla de mails. Había unos mails en los que le contaba a un amigo que había "probado la gay". Me impactó mucho.

Me acuerdo de un toallón medio erótico que tenía mi tía que de chica me llamaba mucho la atención. Tenía un dibujo de una mujer rubia en bikini de animal print que sostenía una serpiente verde y dorada.

Me acuerdo de cuando mi papá me acompañaba a esperar el micro escolar en la esquina de nuestro departamento. Pasábamos siempre por un edificio que en el balcón del primer piso tenía un muñeco de Pinocho y mi papá me hacía saludarlo con la mano desde la calle.

Me acuerdo de cuando me quedaba a dormir en la casa de un novio y esperaba a que él se fuera a trabajar para revisarle una caja con fotos viejas que tenía de sus vacaciones con sus ex novias.

Me acuerdo de los supermercados Hawaii.